En torno al 70% de los puestos de trabajo contaminantes del mundo están ocupados por hombres, así que cabría pensar que ellos son los que más tienen que perder con la transición a energías más limpias. Al fin y al cabo, corren el riesgo de encontrarse sin trabajo a medida que los países vayan cerrando industrias contaminantes en un esfuerzo por descarbonizar las economías y llegar a cero emisiones netas.
Sin embargo, nuestro análisis muestra que las mujeres también podrían salir perdiendo durante la transición. El motivo: el número excesivamente bajo de mujeres que estudian carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM), vitales para los empleos verdes del futuro.
Las mujeres están mucho más infrarrepresentadas en los empleos verdes, aquellos que mejoran la sostenibilidad ambiental o reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, que en los empleos contaminantes, los de sectores clasificados entre el 5% más contaminante atendiendo al volumen de emisiones por trabajador. Aunque la mayoría de los trabajadores tienen empleos neutros, la brecha es importante porque los empleos verdes, en los que ya trabaja una de cada 10 personas ocupadas, van a registrar un crecimiento mucho más rápido a medida que el mundo avance hacia una economía más sostenible.
Por ejemplo, solo el 6% de las mujeres que trabajan en las economías avanzadas tienen empleos verdes, en comparación con el 20% de los hombres ocupados. La proporción de mujeres en empleos verdes es aún más baja en las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Se trata de un dato significativo, porque los empleos verdes ofrecen una prima salarial sustancial con respecto al resto de puestos de trabajo de la economía, incluso después de tener en cuenta la formación y la experiencia de los trabajadores, como muestran nuestros cálculos sobre varios países representativos.
En Colombia, por ejemplo, la prima salarial es del 9% en el caso de los hombres y del 16% en el de las mujeres. Esta prima salarial pone de relieve otro motivo por el que las mujeres llevan las de perder: pueden estar desaprovechando oportunidades mejor remuneradas.
La brecha de género en la formación en disciplinas de CTIM es uno de los mayores obstáculos que impiden a las mujeres conseguir empleos verdes. Las competencias que proporciona esa formación son esenciales para los sectores de la ingeniería, la energía renovable y la tecnología que impulsan la innovación. Pero las mujeres siguen infrarrepresentadas en las carreras de CTIM a pesar de los importantes avances que han logrado en el ámbito de la educación superior.
Las mujeres representan menos de un tercio de los graduados en disciplinas de CTIM en muchos países, lo que hace que estén menos preparadas para los empleos verdes que definirán el futuro mercado de trabajo. Sin iniciativas específicas para incrementar esa participación, la transición verde puede agravar la desigualdad de género en la población activa.
Corregir la infrarrepresentación de la mujer en los empleos verdes tiene consecuencias económicas y ambientales significativas. Los países con una mayor proporción de trabajadores formados en CTIM y políticas de igualdad de género más eficaces suelen lograr reducciones más pronunciadas de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante sus políticas climáticas. La intensidad de emisiones en estos países es entre 2 y 4 puntos porcentuales más baja, según nuestro estudio. La formación en CTIM impulsa la innovación verde y proporciona a los trabajadores las competencias que necesitan para los empleos verdes.
Las autoridades deben reducir estos obstáculos incentivando a las mujeres para que cursen estudios de CTIM y garantizando la igualdad de acceso a los empleos verdes. Esto incluye la exposición temprana a CTIM, mentorías y asociaciones público-privadas.
Irlanda, por ejemplo, triplicó en el plazo de ocho años la proporción de mujeres jóvenes que se gradúan en CTIM integrando asignaturas de CTIM en todos los niveles educativos, con especial atención a la formación temprana de las chicas, además de adoptar planes de estudio centrados en cuestiones de género y proporcionar formación especializada a los educadores.
Asimismo, las autoridades deben apoyar la participación de las mujeres en la economía reduciendo los obstáculos del mercado de trabajo, mejorando el acceso a servicios financieros, reformando los marcos jurídicos e incrementando su representación en órganos de gobierno de las empresas. De esta forma, la transición verde será más inclusiva y las políticas climáticas, más eficaces.
El camino hacia una economía sostenible debe trazarse con inclusividad. Cuanto más puedan contribuir a la transición verde tanto las mujeres como los hombres, y cuanto más puedan beneficiarse ambos de ella, mejor nos irá a todos.